Archivó la nota en su libreta. A continuación, se dirigió a la parada del autobús que debía coger, el 3, para dirigirse al barrio Las Flores, donde vivía Santi. Valladolid había cambiado, pero la parada de la línea nº 3 * Girón-Las Flores * seguía estando en el mismo sitio ubicada, entre el quiosco de la once azul y la nave de Parquexpress.
Mientras esperaba el autobús sentado en la parada junto a una señora anciana muy simpática y una rubia, se fijó en un cartel que ponía: " Hoy viernes noche, DEF CON DOS en concierto, Crucifixión de teloneros y cuantiosos regalos en el karaoke DEF-SaB, ¡TODO ESTO Y MÁS DIA 11 DE MAYO A PARTIR DE LAS 22:00 EN PARQUEXPRESS! Cuatro mil pesetas entrada anticipada, y cuatro mil quinientas pesetas la entrada en taquilla. ", pensó:
- Joder que ganas de ver a Def Con Dos, y Crucifixión, deben ser buenos para telonear a los maestros del Rap-Metal. De repente me han entrado ganas de escucharlo, en cuanto llegue a casa, me voy a poner algún compac. *
Llegó el autobús, montó y se lamentó de que la rubia no montara en ese, saludó al conductor y le entregó una moneda de cien pesetas. El conductor le llamó la atención:
- Perdone, pero le faltan cincuenta pesetas. -
- Lo siento, tome - y puso el resto, cogió su billete y pasó a la parte posterior para tomar asiento. El autobús no tomaba la misma ruta que hace tres años, entonces Alberto le preguntó al conductor:
- En que parada me tengo que bajar para ir a la calle Orquídea -
- Contando con la siguiente, la sexta.
Alberto se tranquilizó, y esperó preguntándose por qué Santi le había metido en el talego...
Alberto sabía que Santi tenía mucho que ver con su extrañísima detención. Se bajó del autobús y se dirigió al nº 8 de la calle Orquídea. Llamó al portero automático, pero no contestó nadie. Alberto aprovechó para entrar cuando salía una señora que le miró extrañada, subió las escaleras, ya que los pisos de esa zona no tenían ascensor debido a que la gente que allí habitaba tenía dificultades económicas.
Cuando llegó al cuarto piso en el que vivía su amigo Santiago, Alberto se dio cuenta de que la puerta estaba entreabierta, aún así llamó a la puerta y entró en la casa.
- ¿Santi?, ¿Santi?, ¿Estás ahí?-
Alberto se dirigió hacia la cocina y allí vio al que parecía ser el gato de Santi, estaba maullando fuertemente, le acarició y después se fue a inspeccionar el salón. Con miedo abrió la puerta y entró en la sala, allí tampoco había nadie, estaba todo tirado por el suelo. El miedo de Alberto iba en aumentó y empezó a ponerse muy nervioso, entró en un cuarto que parecía ser el dormitorio de Santi, vio que la cama no estaba hecha, los cajones estaban abiertos y tirados por el suelo, solo quedaba mirar en el baño, Alberto pensó en dejar de buscar ya que no había luz allí, pero aún así entró en el baño, cuando dio la luz...
- ¡Joder!.- exclamó Alberto.
Santi estaba de rodillas en el suelo con las manos atadas a la espalda, la camiseta estaba encharcada en sangre que procedía de su cuello, tenía la cabeza dentro del retrete.
A Alberto le entraron unas fuertes náuseas, y al girarse se quedó pálido, en el techo había un mensaje para él escrito en sangre:
“Alberto, estás muerto"
Salió corriendo del piso, parecía que el corazón se le iba a escapar del pecho, cuando hubo corrido cinco calles Alberto se paró, respiraba dificultosamente, pensó en avisar a la policía, pero no estaba dispuesto a pasar por más juicios, y es más, tenía pánico a que le condenaran injustamente otra vez.
Estaba demasiado nervioso para esperar el autobús, y decidió coger un taxi.
- Buenos días, ¿a dónde le llevo?
- A la Calle del Hornija por favor.
Alberto ya empezaba a recuperar el ritmo respiratorio. - Déjeme aquí por favor -. ¿Cuánto es?
- Mil ciento cincuenta -.
Alberto pagó al taxista y se dirigió hacia su casa. Abrió apresuradamente el portal, esperó al ascensor impaciente, con cuidado abrió la puerta de su apartamento y... ¡Sorpresa! Encontró todo revuelto. Le entró el pánico, pero con frialdad empezó a revisar la casa, todo estaba tirado por el suelo. Alberto salió apresuradamente de su casa, pensó * No es seguro quedarme aquí, ¿y si les da por volver? *.
Cuando estaba a punto de salir del portal se le ocurrió mirar el buzón, y allí curiosamente había una nota que decía:
“Siento haberte metido en todo esto pero... mi vida estaba en peligro y no sabía como salir de éste lío, cuando me llamaste pensé que sería el mejor momento para deshacerme de la mercancía, me dirigí a donde tú te encontrabas para recogerte y ya de paso me deshice de la droga. Aproveché un momento en que estabas despistado para meter el maletín con la droga en el maletero de tu coche, porque no pensé que fueras a dejarlo abandonado.
Respecto al juicio no me quedó más remedio que testificar en tu contra, pensé que la cárcel sería el sitio en el que estarías más seguro, ya que los narcos sabían quién era el propietario de tu coche, lo que yo tampoco sabía es que ibas a salir tan pronto del talego. Siento mucho que por egoísmo propio y por salvar mi vida, haya arruinado la tuya de esta manera.
Me ha costado mucho evitar a los narcos durante todo este tiempo, pero ahora me están siguiendo muy de cerca, puede que cuando leas esta nota yo ya no este vivo. ¡Ten cuidado, tú eres su próximo objetivo!"
Fdo. Santiago Hernández Estrada.
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