lunes, 26 de enero de 2009

La dimensión de los deseos (Parte 1)

LA DIMENSIÓN DE LOS DESEOS

Pasaban ya las 7 de la mañana cuando tras los orificios de la persiana se inmiscuían algunos rayos de luz mañaneros. Sergio cumplía 13 años y aguardaba nervioso en su habitación a que alguien diera señales de vida en la casa para correr en busca de sus regalos. Era sábado y le esperaba un largo día sin instituto para disfrutar despreocupadamente.

Marta y Raúl no habían pegado ojo en toda la noche haciendo cuentas y más cuentas para intentar encontrar una solución a la preocupante situación familiar tras el despido de él semanas atrás. Ahora Marta yacía exhausta en la cama mientras que Raúl había salido en busca de algún empleo provisional por los pequeños comercios de la zona.

A pesar de todas las penurias económicas el joven matrimonio siempre trató de mostrar la cara más dulce a su único hijo, intentando aislarlo de las tensiones y apuros económicos.
Sergio esperaba con fuerza la ultima videoconsola del mercado, la SEGA Katana. Este año había empezado el instituto, y la Katana fue la sensación de las navidades pasadas entre sus nuevos compañeros, lo que había sido la conversación de un sinfín de recreos con la subsiguiente marginación de Sergio.

La Katana parecía la llave de la integración antes de que fuese tarde, por lo que no había cosa que Sergio quisiese más en el mundo. Por fin podrá intercambiar juegos con sus compañeros en los recreos, participar en los torneos de Fútbol o Baloncesto virtual los fines de semana y hablar de cómo superó tal o cual fase de aquel juego de acción, el Virtual Hell.

Tantas ilusiones no eran en vano porque, aunque a Sergio ya le habían dicho que no era seguro que tuviera la consola para su cumpleaños, un día que llegó antes del instituto buscó por la casa y encontró sobre un armario una caja envuelta en papel de regalo. La caja tenía el peso y forma factibles para poder ser lo que Sergio tanto ansiaba y tras un rato moviéndola y girándola la dejó en su sitio como si no supiera nada.

Ni un alma parecía moverse en casa y eran más de las 8 ya. Sergio no podía dormir así que decidió ir a despertar a sus padres para acelerar el proceso que le estaba consumiendo. Entró en su dormitorio y encontró que tan solo estaba Marta allí. Aún así decidió despertarla con una suave sacudida.

- Mamá… Mamá!!. – Increpaba nervioso Sergio.
- Prff… que pasa cariño. – Farfullaba adormecida ella.
- Despierta, joer!, no sabes qué día es hoy?. – Preguntaba irónico Sergio.
- Mhhh… la ceremonia de los Oscar?. – Contestó medio dormida todavía.
- Pero que dices??? Estás tonta o que!! . – Estalló Sergio.
- Jajajajajaja no te sulfures que era broma, dame un beso cumpleañero. – Se cachondeó Marta.
- Vete a la porra!!, dame el regalo si quieres un beso. – Refunfuñó Sergio.
- No te hagas ilusiones, cariño. Poca cosa tendrás este año. – Avisó Marta recuperando la seriedad.

Sergio hizo como si comprendiese el mensaje, pero por dentro tenía en mente aquella caja envuelta. Pensó que su madre quería conservar la sorpresa y siguió su juego.

- Vaaaale, ya lo sé. Dónde está papá? .-
- Ha ido a ver a unos amigos a la asociación, rollos de vecinos. –
- Y tenemos que esperarle??? TENEMOS QUE HACERLO??. –
- Tranquilízate, hijo, que nervioso estás. Venga, te doy el regalo ya y a ver si te calmas. Pero cuando venga tu padre hazte el sorprendido. –
- Eso, eso, yo me hago lo que sea, lo que sea!!. –

Marta acercó una silla al armario para subirse y recoger la caja escondida. Sergio esbozó una sonrisa. Marta bajó la caja y se la dio al pequeño, el cual ya tenía pelusilla sobre el labio superior pero conservaba la ilusión de un infante.

>> Parte 2

1 comentario:

  1. Envidia de pene claramente...

    Todos quieren tener la ultima consola del mercado (osea, el pito mas grande)

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