jueves, 18 de diciembre de 2008

Sucio Honor (Parte 12)

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Entonces Alberto salió de la cárcel y se dirigió al edificio en ruinas. El mismo que El Chato le había dicho. Se encontró unas vallas del ayuntamiento, las saltó, y una vez dentro fue sorprendido por un disparo de pistola que impactó en una viga que se situaba a unos escasos 20 centímetros de su cara:
- ¡Coño Alberto!, ya creí que eras uno de esos putos maderos que me estarán buscando, ¿cómo te funciona el tema? Hace mucho que no te veía. Da gracias a mi mala puntería. Dijo Monchi.
- ¡Joder! que susto me has pegado, estuve en la cárcel y El Chato me dijo que estabas aquí y por lo que me ha dicho todo va bien para ti, nadie se ha percatado de tu ausencia allí pero por sentido común no tardarán demasiado en darse cuenta, hemos de darnos prisa. -
- ¡Ja, ja, ja..! Sabía que podía confiar en ellos, esos guardias ineptos... Y... oye, has dicho "hemos ", eso te incluye a tí, yo creo que te tenías que ir a casa a tomarte un cafecito y a dormir en la camita como un bebé toda la noche, eres libre, aprovecha tu libertad. -
- Esto... tengo muchas cosas que contarte, eso de que soy libre... es muy relativo, soy libre desde el punto de vista de la justicia, pero desde el punto de vista de unos cuantos tipos no muy legales, no soy más que una presa fácil. -
- ¿Se puede saber qué coño me estas contando?, eso suena a las películas del padrino. -
- Pues te puedo asegurar que se trata de la mafia como si de una puta película se tratara, y a esa gente no le gustan los juegos, saben lo que quieren y no se andan con rodeos. -
- ¡Vete a tomar por culo!, ¿Me tomas por subnormal?, ¿Pretendes que me crea esas historias tuyas ?...

El eco de un estruendoso motor invadió las ruinas de aquel cine. Alberto y Monchi acertaron a ver entre las vigas y los hierros retorcidos una limusina color crema que parecía estar rastreando la zona.
- ¿Y ese trasto de quién coño te crees que es? ¿del tonto el pueblo? dijo Alberto con tono irónico. -
- Joder... ¡bah! seguro que es algún guiri ricachón que no sabe ni en que país se encuentra. -
- Yo no me voy a quedar a averiguar de quien coño se trata. – Dijo Alberto mientras pasaba por debajo de unos hierros saliendo así de la edificación derruida.
- ¡Joder con el crío de los cojones! No te pases ni un pelo eh... eh... ¡Espera! -

Y Monchi siguió el camino de Alberto y salieron los dos a una carretera comarcal con tráfico moderado en la que solo se divisaban unas pequeñas casas al parecer deshabitadas y una pequeña estación de servicio cerrada. Tras un instante de desorientación y meditación se dirigieron hacia ésta última.

Al llegar echaron un ojo a las instalaciones deterioradas por el paso del tiempo y Alberto forzó una sucia puerta en la parte trasera del edificio donde ponía “WC”.

- Voy a cambiar el agua al canario, tío, estoy a reventar. – Y se metió en el servicio.

Mientras, Monchi merodeaba la zona vigilando por si aparecía la Limusina o cualquier otro vehículo sospechoso.

Alberto desahogó su imperiosa necesidad biológica entre telarañas y las sucias paredes de un apestoso y angosto cuarto de baño que llevaría, fácilmente, un lustro sin actividad. Acto seguido comprobó si del grifo del lavabo manaba algo parecido al agua para asearse mínimamente, cuando un estruendoso ruido le sobresaltó violentamente…


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