martes, 3 de febrero de 2009

La dimensión de los deseos (Parte 3)

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En determinadas fases del sueño se producen unas contracciones musculares involuntarias traducidas en una sensación de caída y un sobresalto. Muchas veces esa sensación sucede apenas entrado el sueño, y en ese momento es en el que Sergio, de esta forma, tuvo su sobresalto con la sensación de caer de golpe como si el retrete le tragase de forma brusca.

Sergio sintió como su cuerpo caía sobre un cómodo asiento, algo así como un sillón orejero; lo menos parecido a donde estaba la última vez que tuvo consciencia.
Abrió los ojos y no lo podía creer, frente a él tenía una gran televisión con unos altavoces más grandes que su cabeza con un rótulo de bienvenida en grandes letras:

“VIRTUAL HELL: EL INFIERNO A TU ALCANCE. Sólo para Sega Katana”.

En su mano tenía el flamante mando en el cual parpadeaban luces de colores haciendo un círculo incesante e hipnótico. Una música orquestal apocalíptica colmaba sus oídos haciendo que sintiera la vibración de los altavoces hasta en los huesos. Sus abotargados ojos, abiertos al máximo, no daban crédito de nada de lo que contemplaban; potentes luces se reflejaban en ellos mientras permanecían inmóviles, atónitos.

Sin parpadear, Sergio comenzó una larga partida del juego del que tanto había oído hablar en cada recreo, y no pudo apartar la vista de la pantalla ni por un instante. Tal enfrascamiento impedía que se percatara del extraño entorno que no tardaría en explorar.

Fase tras fase que superaba, una sensación de agobio le iba invadiendo. Cada vez estaba menos centrado en jugar y con más angustia, como si tuviese un sentimiento de culpa pero lo intentase ignorar. Entonces, de los gruesos reposabrazos del sofá se abrían trampillas y surgían refrescos y bocadillos al antojo de Sergio sin tan solo mencionarlo. Eso le hacía olvidar un poco esa sensación y continuar jugando sin extrañarse lo más mínimo.

Perdida la noción del tiempo, de existir éste, la fase final del juego comenzaba. Los inagotables dedos del jugador parecían invisibles de la velocidad con la que manejaban los botones del mando, de su sien brotaban ríos de sudor que competían por llegar a la barbilla, la catatónica mirada permanecía inalterable fijada en su objetivo, los labios temblaban y los dientes les mordían mandándoles detenerse sin éxito.

De pronto el sonido empezó a saturarse, explosiones abundaban en pantalla y las 1080 líneas de definición de la moderna televisión no daban abasto. El color empeoraba por momentos y cada vez se percibía menos la imagen, el sonido era insoportable. Sergio se acercó a la tele para intentar ver algo, pero cada vez era menos lo que se podía diferenciar. Su cara a un palmo de la pantalla no daba crédito.

- EN LA FASE FINAL NO!!. – Gritaba angustiado.

Fiumm! Se desvaneció la imagen y del sonido solo se conservó un pitido continuo y molesto. Sergio, de rodillas y sentado sobre sus talones quedó inmóvil, sin gesticular, como esperando a que todo volviese a la normalidad sin más; pero nada sucedía y el mando que tenía entre las manos se deshizo como una piedra de arena de un montón de los que se encuentran en las obras. Una mano se posó en el hombro de Sergio y una voz alegre a su espalda se dirigió a él:

- Vamos a dar un garbeo, colega. –

>> Parte 4

4 comentarios:

  1. hola hola

    te leo, pero no digo nada para no contaminarte.

    animo

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  2. Como me cuentes la misma historia de "Que belo es vivir" te muerdo un ojo !! XD

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  3. yo eso no lo he visto, ya sería mala pata plagiar algo por ciencia infusa, pero puede pasar :S.

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