Sé de una niña que de muy pequeñita se iba al frigorífico y pillaba cebollas y las comía como quien come manzanas, no sería la única, pero como es casi lógico, abandonaría ese habito tiempo después.
En cambio hay cosas, que quizá se pierdan en hábito pero sin rechazarlas en tu panel de gustos. Yo he sido "identificado" en ciertos ámbitos por mi pasión adolescente por los bocadillos de chorizo con nocilla.

Cierto es, que no todos los chorizos saben igual de bien cuando les mezclas con la clásica nocilla, ya que recuerdo un tipo de chorizo que no sabría definir muy acertadamente, con el que la mezcla no era tan sabrosa; era un chorizo más finito, cortado en charcutería, como de suave textura. El bueno era el de clásica longaniza cortado de forma tosca en tabla de madera por mi propia madre. Una pasada, oigan.
Con el tiempo he podido ver que no era un ser único en este hábito gastronómico, y es que pude apreciar un montón de "Conocía a un chico que también comía eso!". Al fin y al cabo no me ha costado nada encontrar en Google una foto de un bocata de estos.
Es bonita la sensación de "NO ESTOY SOLO". Pero y si... solo puediera quedar uno!?!.
Bueno, ahora es cuando me flipo y convierto el argumento de Los Inmortales en una locura en la que unos pocos elegidos, comerán bocadillos de nocilla con chorizo y solamente cuando quede uno, que se haya comido a los demás hechos chorizo en el mágico combinado, su paladar volverá a los gustos mayoritarios cesando de ser excluido de círculos sociales tales como el recreo.
Vale, otra vez me ha vuelto a pasar, patinazo neuronal esta vez a costa de Nocillor MacChorizoud.
Después de todo esto... os apetece o qué?
Eres un puto enfermo.
ResponderEliminarno has oído nunca la expresión: es más asqueroso que un bocadillo de mejillones con nocilla? Ahí la dejo caer...
ResponderEliminarMhhhhh, habrá que probarlo
ResponderEliminar