jueves, 10 de junio de 2010

El infinitocho

Había una vez un número ocho acomplejado. Gran parte de sus amigos se reían constantemente de él, el número nueve, el diez... y sobretodo X, ese presumido que podía ser quien quería cuando quería...

Era tal la frustración del número ocho que soñaba con ser otro, y no tenía mayor aspiración que ser el supremo de supremos, el infinito.

Bien es sabido que el símbolo de infinito es un ocho tumbado, por lo que jamás lo pudo tener más fácil nuestro amigo, a partir de ahora, infinitocho. Decidió tumbarse y empezar a caminar arrastrándose en busca de reconocimiento y respeto.

Parecía demasiado fácil, y como era de esperar no funcionó. Los demás números a veces ni le veían y le pisaban, otros no hacían más que darle la tabarra con frases como "Eres mucho, pero cuanto en realidad?" "Tu y yo cuanto sumamos entonces? es que no valgo nada a tu lado?" y así todo el santo día. Por otro lado, empezaron a usarlo para ecuaciones super-raras que le restaron popularidad enseguida, sobre todo por salir tanto en los llamados límites, donde el odioso de X casi siempre le perseguía, solo o con amigos. Total, que era un verdadero infierno.

Así es como el infinitocho quería volver a ser ocho, e intentaba levantarse con dificultades, ya que no es lo mismo tirarse al suelo que alzarse de nuevo con tanta curva resbaladiza. Cuando por fin consiguió levantarse volvió entre los demás números y celebrando que más vale ser alguien en una pecera que ser un don nadie en el mar. se dedicó a amargar para siempre la vida al siete, al seis y a sus amigos.

Nadie nace malo, amigos.

Fin

1 comentario: